viernes, octubre 07, 2011

Alquimia Spiritus

Fruto de mis experimentos en el curso de bartender, presento algunos entretenidos cócteles  poderosos en alcohol, mas que con su toque y moderación logran dar sabor y unión a las personas en derredor!

Coctel: Arroz con Leche.

En construcción...

domingo, septiembre 18, 2011

Septiembre vital!

Entre estos días he disfrutado de diferentes actividades orientadas a conseguir experiencia y disfrute.

Sea reuniones que permitan perfilar emprendimientos o la enseñanza de lo mismo, la idea es mantener lo realizado ya que es conocido que lo avanzado no puede ser retrocedido.

Con sus bemoles he disfrutado y realizado lo que me toca en el fortalecer de la Especialidad de Administración del Colegio y Corporación Educativa para la que actualmente trabajo, cada vez mas agradezco a Dios el poder estar en ese lugar y ambiente pudiendo aportar en vivo y aprender de mis colegas y demás alumnos...para muestra un botón medio broma o en serio esos dos alumnos en la foto expresan los polos opuestos de una nueva generación de estudiantes para práctica, ambos un cumulo de experiencia y a la vez parte de un curso rico en experiencias, han de ser puest@s a prueba y a su vez mi capacidad de gestor para conseguir los lugares donde he de enviarles.

Es curioso el enfrentarte a las visiones y roles que a todos nos corresponde, he de ver como mi inteligencia y desarrollo vital me permiten hacerme cargo de mis vulnerabilidades, y con la ayuda de Dios, el poder concretar una realidad que permita el desarrollo de mi persona y de los seres humanos que me rodean. Ah! los efectos embriagadores de otro día de trabajo (en el negocio esta vez) y un buen plato de pavo a la Kaiser (ya les daré la receta) junto a una rica cerveza :)

Alegremente y tal como dice una de mis preferidas canciones, "Con fe lo imposible soñar al mal combatir
sin temor triunfar sobre el miedo invencible en pie soportar el dolor...", claro no soy el único que así piensa:
mis compadres, mis amigos, mis hermanos y mis familiares...mis palabras los expresan, me alegro con y de 
ellos.

miércoles, agosto 24, 2011

Lo que uno quiere y se propone o quiero ir al IX Congreso de Innovación y Emprendimiento

Hola:

Ya hace unas semanas tanto por la Web como otros medios masivos se ha estado dando a conocer el IX Congreso de Innovación y Emprendimiento: "La orquestación del valor". En mi afán de auto perfeccionamiento y de contribución social me intereso, lo cual no disminuyo al ver el precio de tal evento por persona (15 UF no socios), aunque según mi concepción realista no puedo costear. Por lo tanto llame por teléfono a ICARE y pues la respuesta fue clara: no hay pases gratuitos, se me dijo que podía ver el evento en vivo (Streaming le dicen ahora) y en los días siguiente serian publicadas las presentaciones. 

Claro, se que también depende del correspondiente permiso o día administrativo por parte de mis jefes, pero la atmósfera y la capacidad de percibir el cumulo de información de ese evento no es lo mismo in situ que on line, tal como dice el comercial "no tiene precio" pero se le asigna un valor económico.

Quienes me conocéis saben que soy un ser humano con distintas oscilaciones, trabajando por el perfeccionamiento de la humanidad, dedicado en mi trabajo como Encargado de practicas del Colegio Polivalente Vicente Valdés, he ahí el acento, busco ayudar a mi institución y alumnos en la formación del plus ultra de la Especialidad, el emprendimiento, sea como concepción de vida y la transversalidad que conlleva su aplicación en los distintos ámbitos y roles de la sociedad. Claro que también en mi faceta de emprendedor...

Quiero asistir a ese evento, no tengo como pagarlo, empero pongo este clamor virtual al respecto. Si conocéis algún invitado que no pueda asistir o algún contacto adecuado denle mis datos y que hable conmigo. Aquí algunos de mis antecedentes para convencer: http://www.linkedin.com/in/pabcom

martes, junio 07, 2011

Oración de San Ignacio

Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer.
Vos me disteis,
a Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
disponed de ello
según Vuestra Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y  Gracia,
que éstas me bastan. Amén.

martes, mayo 17, 2011

Gracián, Baltasar 1601-1658

¡Qué singular te deseo! Emprendo formar con un libro enano un varón gigante y, con breves períodos, inmortales hechos. Sacar un varón máximo; esto es milagro en perfección (...) El Héroe, prólogo «Al lector»

Aforismo 105
No cansar

Suele ser pessado el hombre de un negocio, y el de un verbo. La brevedad es lisongera, y más negociante; gana por lo cortés lo que pierde por lo corto. Lo bueno, si breve, dos vezes bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo. Más obran quintas essencias que fárragos; y es verdad común que hombre largo raras vezes entendido, no tanto en lo material de la disposición quanto en lo formal del discurso. Ai hombres que sirven más de embaraço que de adorno del universo, alajas perdidas que todos las desvían. Escuse el Discreto el embaraçar, y mucho menos a grandes personajes, que viven mui ocupados, y sería peor desazonar uno dellos que todo lo restante del mundo. Lo bien dicho se dize presto.

Oráculo manual y arte de prudencia
Gracián, Baltasar 1601-1658

martes, mayo 10, 2011

Freedom Heart

Fuertes lazos nos unen,
empero las vidas no son eternas.
Lagrimas del sentir son germen,
y al comprender el ser
las mascaras caen.

Sorpresa y pudor,
¿esperas tu momento?.
Nada vale sin honor,
razón ni fundamento.

Seguimos un camino,
no movemos las estrellas,
y nos fijamos en las bellas,
mientras bebemos el vino.

Una sonrisa ilumina mi día,
tuya o mía,
si lo autentico se le agrega.
La razón queda ciega
y el romántico se libera.

Freedom Heart

Fuertes lazos nos unen,
empero las vidas no son eternas.
Lagrimas del sentir son germen,
y al comprender el ser
las mascaras caen.

Sorpresa y pudor,
¿esperas tu momento?.
Nada vale sin honor,
razón ni fundamento.

Seguimos un camino,
no movemos las estrellas,
y nos fijamos en las bellas,
mientras bebemos el vino.

Una sonrisa ilumina mi día,
tuya o mía,
si lo autentico se le agrega.
La razón queda ciega
y el romántico se libera.

lunes, abril 25, 2011

Gonzalo Rojas

Un pensamiento, un brillante ejemplo de nuestros tiempos, un suave susurro de impía alegría y irreflexión sin parangón. Un grande de nuestra literatura, un grande de las letras ha comenzado a publicar en las bóvedas celestes o en la trascendental existencia, Gonzalo Rojas, gracias por tus letras y reflexiones...como he de olvidar la Miseria del Hombre, entre todo y para muestra un botón:


El principio y el fin
Cuando abro en los objetos la puerta de mi mismo:
¿quién me roba la sangre, lo mío, lo real?
¿Quién me arroja al vacío
cuando respiro? ¿Quién
es mi verdugo adentro de mí mismo?

Oh Tiempo. Rostro múltiple.
Rostro multiplicado por ti mismo.
Sal desde los orígenes de la música. Sal
desde mi llanto. Arráncate la máscara riente.
Espérame a besarte, convulsiva belleza.
Espérame en la puerta del mar. Espérame
en el objeto que amo eternamente.


De La miseria del hombre, 1948


PS: extraído y disfrutable en http://www.gonzalorojas.uchile.cl/

martes, marzo 15, 2011

El Último Viaje del Barco Fantasma 1 El Cuento

Gabriel José de la Concordia García Márquez, 1968

Ahora van a ver quién soy yo, se dijo, con su nuevo vozarrón de hombre, muchos años después de que viera por primera vez el trasatlántico inmenso, sin luces v sin ruidos, que una noche pasó frente al pueblo como un gran palacio deshabitado, más largo que todo el pueblo y mucho más alto que la torre de su iglesia, y siguió navegando en tinieblas hacia la ciudad colonial fortificada contra los bucaneros al otro lado de la bahía, con su antiguo puerto negrero y el faro giratorio cuyas lúgubres aspas de luz, cada quince segundos, transfiguraban el pueblo en un campamento lunar de casas fosforescentes y calles de desiertos volcánicos, y aunque él era entonces un niño sin vozarrón de hombre pero con permiso de su madre para escuchar hasta muy tarde en la playa las arpas nocturnas del viento, aún podía recordar como si lo estuviera viendo que el transatlántico desaparecía cuando la luz del faro le daba en el flanco y volvía a aparecer cuando la luz acababa de pasar, de modo que era un buque intermitente que iba apareciendo y desapareciendo hacia la entrada de la bahía, buscando con tanteos de sonámbulo las boyas que señalaban el canal del puerto, hasta que algo debió fallar en sus agujas de orientación, porque derivó hacia los escollos, tropezó, saltó en pedazos y se hundió sin un solo ruido, aunque semejante encontronazo con los arrecifes era para producir un fragor de hierros y una explosión de máquinas que helaran de pavor a los dragones más dormidos en la selva prehistórica que empezaba en las últimas calles de la ciudad y terminaba en el otro lado del mundo, así que él mismo creyó que era un sueño, sobre todo al día siguiente, cuando vio el acuario radiante de la bahía, el desorden de colores de las barracas de los negros en las colinas del puerto, las goletas de los contrabandistas de las Guayanas recibiendo su cargamento de loros inocentes con el buche lleno de diamantes, pensó, me dormí contando las estrellas y soñé con ese barco enorme, claro, quedó tan convencido que no se lo contó a nadie ni volvió a acordarse de la visión hasta la misma noche del marzo siguiente, cuando andaba buscando celajes de delfines en el mar y lo que encontró fue el trasatlántico ilusorio, sombrío, intermitente, con el mismo destino equivocado de la primera vez, sólo que él estaba entonces tan seguro de estar despierto que corrió a contárselo a su madre, y ella pasó tres semanas gimiendo de desilusión, porque se te está pudriendo el seso de tanto andar al revés, durmiendo de día y aventurando de noche como la gente de mala vida, y como tuvo que ir a la ciudad por esos días en busca de algo cómodo en que sentarse a pensar en el marido muerto, pues a su mecedor se le habían gastado las balanzas en once años de viudez, aprovechó la ocasión para pedirle al hombre del bote que se fuera por los arrecifes de modo que el hijo pudiera ver lo que en efecto vio en la vidriera del mar, los amores de las mantarayas en primaveras de esponjas, los pargos rosados y las corvinas azules zambulléndose en los pozos de aguas más tiernas que había dentro de las aguas, y hasta las cabelleras errantes de los ahogados de algún naufragio colonial, pero ni rastros de trasatlánticos hundidos ni qué niño muerto, y sin embargo, él siguió tan emperrado que su madre prometió acompañarlo en la vigilia del marzo próximo, seguro, sin saber que ya lo único seguro que había en su porvenir era una poltrona de los tiempos de Francis Drake que compró en un remate de turcos, en la cual se sentó a descansar aquella misma noche, suspirando, mi pobre Holofernes, si vieras lo bien que se piensa en ti sobre estos forros de terciopelo y con estos brocados de catafalco de reina, pero mientras más evocaba al marido muerto más le borboritaba y se le volvía de chocolate la sangre en el corazón, como si en vez de estar sentada estuviera corriendo, empapada de escalofríos y con la respiración llena de tierra, hasta que él volvió en la madrugada y la encontró muerta en la poltrona, todavía caliente pero ya medio podrida como los picados de culebra, lo mismo que les ocurrió después a otras cuatro señoras, antes de que tiraran en el mar la poltrona asesina, muy lejos, donde no le hicieran mal a nadie, pues la habían usado tanto a través de los siglos que se le había gastado la facultad de producir descanso, de modo que él tuvo que acostumbrarse a su miserable rutina de huérfano, señalado por todos como el hijo de la viuda que llevó al pueblo el trono de la desgracia, viviendo no tanto de la caridad pública como del pescado que se robaba en los botes, mientras la voz se le iba volviendo de bramante y sin acordarse más de sus visiones de antaño hasta otra noche de marzo en que miró por casualidad hacia el mar, y de pronto, madre mía, ahí está, la descomunal ballena de amianto, la bestia berraca, vengan a verlo, gritaba enloquecido, vengan a verlo, promoviendo tal alboroto de ladridos de perros y pánicos de mujer, que hasta los hombres más viejos se acordaron de los espantos de sus bisabuelos y se metieron debajo de la cama creyendo que había vuelto William Dampier, pero los que se echaron a la calle no se tomaron el trabajo de ver el aparato inverosímil que en aquel instante volvía a perder el oriente y se desbarataba en el desastre anual, sino que lo contramataron a golpes y lo dejaron tan mal torcido que entonces fue cuando él se dijo, babeando de rabia, ahora van a ver quién soy yo, pero se cuidó de no compartir con nadie su determinación sino que pasó el año entero con la idea fija, ahora van a ver quién soy yo, esperando que fuera otra vez la víspera de las apariciones para hacer lo que hizo, ya está, se robó un bote, atravesó la bahía y pasó la tarde esperando su hora grande en los vericuetos del puerto negrero, entre la salsamuera humana del Caribe, pero tan absorto en su aventura que no se detuvo como siempre frente a las tiendas de los hindúes a ver los mandarines de marfil tallados en el colmillo entero del elefante, ni se burló de los negros holandeses en sus velocípedos ortopédicos, ni se asustó como otras veces con los malayos de piel de cobra que le habían dado la vuelta al mundo cautivados por la quimera de una fonda secreta donde vendían filetes de brasileras al carbón, porque no se dio cuenta de nada mientras la noche no se le vino encima con todo el peso de las estrellas y la selva exhaló una fragancia dulce de gardenias y salamandras podridas, y ya estaba él remando en el bote robado hacia la entrada de la bahía, con la lámpara apagada para no alborotar a los policías del resguardo, idealizado cada quince segundos por el aletazo verde del faro y otra vez vuelto humano por la oscuridad, sabiendo que andaba cerca de las boyas que señalaban el canal del puerto no sólo porque viera cada vez más intenso su fulgor opresivo sino porque la respiración del agua se iba volviendo triste, y así remaba tan ensimismado que no supo de dónde le llegó de pronto un pavoroso aliento de tiburón ni por qué la noche se hizo densa como si las estrellas se hubieran muerto de repente, y era que el trasatlántico estaba allí con todo su tamaño inconcebible, madre, más grande que cualquier otra cosa grande en el mundo y más oscuro que cualquier otra cosa oscura de la tierra o del agua, trescientas mil toneladas de olor de tiburón pasando tan cerca del bote que él podía ver las costuras del precipicio de acero, sin una sola luz en los infinitos Ojos de buey, sin un suspiro en las máquinas, sin un alma, y llevando consigo su propio ámbito de silencio, su propio cielo vacío, su propio aire muerto, su tiempo parado, su mar errante en el que flotaba un mundo entero de animales ahogados, y de pronto todo aquello desapareció con el lamparazo del faro y por un instante volvió a ser el Caribe diáfano, la noche de marzo, el aire cotidiano de los pelícanos, de modo que él se quedó solo entre las boyas, sin saber qué hacer, preguntándose asombrado si de veras no estaría soñando despierto, no sólo ahora sino también las otras veces, pero apenas acababa de preguntárselo cuando un soplo de misterio fue apagando las boyas desde la primera hasta la última, así que cuando pasó la claridad del faro el trasatlántico volvió a aparecer v ya tenía las brújulas extraviadas, acaso sin saber siquiera en qué lugar de la mar océana se encontraba, buscando a tientas el canal invisible pero en realidad derivando hacia los escollos, hasta que él tuvo la revelación abrumadora de que aquel percance de las boyas era la última clave del encantamiento, v encendió la lámpara del bote, una mínima lucecita roja que no tenía por qué alarmar a nadie en los minaretes del resguardo, pero que debió ser para el piloto como un sol oriental, porque gracias a ella el trasatlántico corrigió su horizonte y entró por la puerta grande del canal en una maniobra de resurrección feliz, y entonces todas sus luces se encendieron al mismo tiempo, las calderas volvieron a resollar, se prendieron las estrellas en su cielo y los cadáveres de los animales se fueron al fondo, y había un estrépito de platos y una fragancia de salsa de laurel en las cocinas, y se oía el bombardino de la orquesta en las cubiertas de luna y el tumtum de las arterias de los enamorados de altamar en la penumbra de los camarotes, pero él llevaba todavía tanta rabia atrasada que no se dejó aturdir por la emoción ni amedrentar por el prodigio, sino que se dijo con más decisión que nunca que ahora van a ver quién soy yo, carajo, ahora lo van a ver, y en vez de hacerse a un lado para que no lo embistiera aquella máquina colosal empezó a remar delante de ella, porque ahora sí van a saber quién soy yo, v siguió orientando el buque con la lámpara hasta que estuvo tan seguro de su obediencia que lo obligó a descorregir de nuevo el rumbo de los muelles, lo sacó del canal invisible y se lo llevó de cabestro como si fuera un cordero de mar hacia las luces del pueblo dormido, un barco vivo e invulnerable a los haces del faro que ahora no lo invisibilizaban sino que lo volvían de aluminio cada quince segundos, y allá empezaban a definirse las cruces de la iglesia, la miseria de las casas, la Ilusión, y todavía el trasatlántico iba detrás de él, siguiéndolo con todo lo que llevaba dentro su capitán dormido del lado del corazón, los toros de lidia en la nieve de sus despensas, el enfermo solitario en su hospital, el agua huérfana de sus cisternas, el piloto irredento que debió confundir los farallones con los muelles porque en aquel instante reventó el bramido descomunal de la sirena, una vez, y él quedó ensopado por el aguacero de vapor que le cayó encima, otra vez, y el bote ajeno estuvo a punto de zozobrar, y otra vez, pero ya era demasiado tarde, porque ahí estaban los caracoles de la orilla, las piedras de la calle, las puertas de los incrédulos, el pueblo entero iluminado por las mismas luces del trasatlántico despavorido, v él apenas tuvo tiempo de apartarse para darle paso al cataclismo, gritando en medio de la conmoción, ahí lo tienen, cabrones, un segundo antes de que el tremendo casco de acero descuartizara la tierra y se oyera el estropicio nítido de las noventa mil quinientas copas de champaña que se rompieron una tras otra desde la proa hasta la popa, v entonces se hizo la luz, y ya no fue más la madrugada d e marzo sino el medio día de un miércoles radiante, y él pudo darse el gusto de ver a los incrédulos contemplando con la boca abierta el trasatlántico más grande de este mundo y del otro encallado frente a la iglesia, más blanco que todo, veinte veces más alto que la torre y como noventa y siete veces más largo que el pueblo, con el nombre grabado en letras de hierro, balalcsillag, y todavía chorreando por sus flancos las aguas antiguas y lánguidas de los mares de la muerte.

Imagen extraída de Surrealismo Neobarroco.

martes, enero 25, 2011

Según el lápiz con que se escribe

Las buenas ideas son para compartirlas y considerando las restricciones de caracteres de Tweeter e implantadas por Facebook, he querido compartir lo siguiente. Para la vida diaria real y virtual por supuesto.

Así que: "hay" es de haber, "ahí" es un lugar, "ay" es una exclamación y "ahy" no existe. “haya” es de haber, “halla” es de encontrar, “allá” es un lugar, "haiga" no existe. “Botar” es para la basura y “votar” es su derecho de elegir. "Iba" es de ir, "iva" es un impuesto e "hiba" no existe. "Valla" es un obstáculo, "vaya" es de ir y "baya" es un fruto.

Haré todo lo posible de predicar con el ejemplo.

Salud@s a tod@s :)

PS: Imagen extraída de San Sivar :)

Elementos compartidos de Pabcom

Quien soy yo?

Mi foto
Parque San Franciso, Metropolitana,Cordillera, Chile
Chileno, hijo, amigo, hermano, patriota...Nacido de mi madre con el aporte de mi padre, junto a mis hermanos aun vivo y me acompañan mis amig@s, coleg@s y demás seres humanos :)
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